Hay que ser valientes para ser fan de Michael Jackson. No es sencillo. Es una sensación que viene del estómago, que inunda todas tus células, te convierte, casi como una especie de mutación. Te cambia.

MJHay que ser valiente, «cuero de chancho» como diríamos acá en mi país y lo supe desde el primer momento en que se apareció en mi vida, por segunda vez y para siempre, una tarde de noviembre de 1993 mientras estaba convaleciente de una enfermedad respiratoria que me había tenido por semanas en cama. Cuando lo vi aparecer en la televisión algo cambió en mí. Iba más allá de su maravillosa música y su baile perfecto, había algo en sus ojos, algo en su sonrisa, algo que me tocó para siempre, algo que se mantuvo ahí, incluso después de su muerte. Hacía solo algunos días que había pasado por Chile y, aunque mi alma abrigó la esperanza de que volviera jamás lo hizo. Lo había perdido para siempre pero yo no lo sabía, tampoco sabía las grandes alegrías y los grandes dolores que venían en el futuro, pero lo sabría, porque para ser fan de Michael Jackson hay que tener coraje, pasión y por sobre todo mucho, pero mucho amor por el objeto de la devoción, porque el mundo no te la pone fácil, porque vas a sufrir, porque te van a apuntar con el dedo. Tal vez nunca te acostumbres al acoso, a las preguntas estúpidas y a las mismas frases que aquellos que no conocen mucho del tema te dicen y, de sobra les digo, jamás te acostumbrarás a la prensa.

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Desde 1993, desde aquellas acusaciones, ser fan de Michael Jackson es «ponerte la camiseta por él«, es defenderlo, es soportar las noticias imbéciles con estoicidad y hacer oídos sordos a la prensa. Solo puedo imaginar el paraíso que debe haber sido ser fanático de Michael Jackson antes de 1993, cuando él era el ídolo favorito del mundo, cuando los rumores solo eran un eco de sus excentricidades y, sin dudas, no opacaban su calidad como artista, antes de las acusaciones, antes de Jordan Chandler, antes de Victor Gutierrez, que para empeorar las cosas era chileno, antes de la Familia Arvizo, antes de aprenderse de memoria las palabras «pedófilo», «abuso deshonesto», «estupro» y varias otras linduras más.

Y sí, me las aprendí, sabía lo que significaban, y lo hice a los 11 años, creo que mi mente infantil aprendió de memoria una definición sin saber lo que realmente significaba, porque a penas entendía lo que era una relación sexual. Con los años fui entendiendo lo que significaba y a dimensionar el daño que le habían hecho a su imagen, aprovechándose de sus extravagancias, ahora que lo reflexiono, era cosa de tiempo que cualquier oportunista saltara por su dinero. Pero en esos años me aprendí todas esas definiciones para defenderlo con efectividad de todo aquel que se le ocurriera decirme (que no, no eran pocos) que alguna de ellas era real. Después de 23 años puedo decir que sigo confiando plenamente en que aquello que defendí a los 11 años era lo correcto.

Y sí, muchas personas me han dicho que estoy cegada, incluso hoy en día, que mi fanatismo no me deja ver, pero yo sé lo que he leído, visto y sentido y a estas alturas de mi vida me cansé de justificar. La justicia habló en 2005 y es todo lo que importa, el resto es basura. Aún recuerdo ese día frío de junio, estaba pasando por un «receso emocional» con la figura de Michael Jackson, hay momentos en mi vida en que he tenido que poner en pausa el fanatismo y descansar un poco, jamás he dejado de amarlo, pero en 2005 estaba en mi último año de universidad y mi mente estaba completamente dedicada a los estudios. En teoría. Sin embargo interiormente solo daba vuelta lo que el noticiario había dicho «si Jackson llega a ser declarado culpable pasará el resto de sus días en la cárcel», esa era una de esas frases que duelen hasta la médula y que te hacen querer vomitar y que, con aparente frialdad, intentaba no pensar.

Cuando escuché en directo la palabra «not guilty» (no culpable) creo que un peso muy grande salió de mis hombros, era como un sueño hecho realidad, era la reivindicación que tanto él como persona y como artista y nosotros como fans necesitábamos. Se había hecho justicia. Así de ingenua a veces me comporto.

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Una acusación así de terrible jamás dejó de ser un fantasma sobre él y por ende como fans llevábamos un poco de su cruz también. En todos estos años he recibido linduras como «¿Por qué te gusta Michael Jackson, cuando tengas hijos qué vas a pensar si se los viola?» «¿Acaso te gustan los pedófilos?» entre muchas otras. Al menos después de 2005 eso comenzó a cambiar, no desapareció, pero sí, disminuyó notablemente.

Y luego, la noticia era su estado de salud. Una historia que se acercaba al final más pronto de lo que hubiésemos querido, una vida eclipsada mucho antes de lo que pensábamos.

Sí, hubo sufrimiento de pormedio, porque para ser fan de Michael Jackson, de esos reales y locos como quieran llamarle, hay que comprometerse con la causa, hay que saber leer entre líneas, hay que tener la intención al menos de conocer más allá, de ver al artista pero también ver a la persona y la persona, desprovista de todo lo estrafalario, era sensible, era buena, era tierna. Nunca pensé en él como un ángel sin defectos, siempre pensé en él como un hombre con errores y virtudes (como todos), pero nunca cuestioné su inocencia. Si me preguntan la razón debo decir que es una corazonada, pero de esas fuertes, tal vez lo decidí ese día de noviembre de 1993 cuando guardaba cama frente al televisor, tal vez ese día decidí que tras los lentes oscuros de ese ídolo inalcanzable yacía un hombre que hizo cortocircuito en mi alma, una figura que iba a mantenerse en mi vida mucho más de lo que durara la suya. Al fin y al cabo es como sentirme reflejada en él, después de todo para alguien con un tornillo zafado como yo el mundo es bastante extraño y él era una persona con un tornillo zafado, porque para ser artista, en mayor o menor medida, hay que tener algo de loco, de ver el mundo de manera diferente, y yo siempre había sido así y mi ídolo también lo era, y en mi adultez cada vez lo entiendo más ¿qué hace el mundo con las personas diferentes? Las hace bolsa, las destruye, porque el mundo no entiende lo diferente, le atrae pero no lo entiende y termina empujándote a ser como ellos o bien a destruirte si no te unes. Al menos así pensaba yo en esos años, ahora lo pienso también, pero con algo más de mesura, todos somos artífices de nuestro propio destino.

Como fans de Michael Jackson, tuvimos que soportar una avalancha de personajes hablando tonteras, acusándolo, apuntándolo con el dedo como el peor hombre del mundo, tuvimos que verlo en televisión pidiendo que escucharan su verdad, tuvimos que verlo caer de su sitial, un sitial que él se había ganado no sin un gran esfuerzo y un talento insuperable, porque nadie le había regalado nada, tuvimos que ver a la policía en su casa, revisándolo desnudo, como si fuera un asesino en serie, mientras los verdaderos asesinos y pedófilos se paseaban por la calle impunes. Tuvimos que verlo caer y levantarse y estuvimos ahí, en cada paso, en casa dolor, en cada lágrima. Estuvimos ahí y éramos fuertes, dolorosamente fuertes, para apoyarlo, para amarlo, para hacerlo sentir, al menos en invisible energía, que estábamos ahí para él, que no bajaríamos los brazos jamás.

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Lo vimos levantarse, y también lo vimos morir; una fulgurante estrella que se destruía como una supernova llenando todo de luz para luego convertirse en un agujero negro que un 25 de junio se llevó consigo un poco los colores, la música, el arte. Un poco de nosotros como fans también murió ese 25 de junio, un pedacito de nuestra alma se fue con él y aprendimos a vivir con el dolor, con esa parte menos que siempre nos iba a faltar. Lisiados de alma.

Y hace unos días la prensa volvió a hacerse eco de noticias falsas solo para vender un par más de diarios y después de 7 años volvimos a vivir el infierno de aquellos años, volvimos a ser llamados para defenderlo, algo que pensamos que jamás iba a volver a ocurrir ¿Qué pasó con eso de que todos los muertos son buenos? ¿Ni la muerte se llevó la necesidad de enlodar su imagen? Después de 7 años tuvimos que sacar las armas que teníamos guardadas en el cajón, tuvimos que sacar los escudos, ponernos la armadura y defender a un muerto (?) de acusaciones falsas. No importaron los desmentidos oficiales de la policía, nada importó. No aprendimos nada. Porque para ser fans de Michael Jackson hay que vivir lo que nadie más ha vivido, lo que nadie más ha sufrido, lo que nadie más ha disfrutado, llorar las lágrimas que ningún otro ha llorado, del cielo al infierno y de vuelta. Es una montaña rusa, porque su imagen, aún después de 7 años, sigue vendiendo diarios, dando rating.

¿Alguna vez dudé de él? Sinceramente sí, no soy de las que creen a pies juntillas las cosas, siempre intento ver más allá. Todo lo que vi, todo lo que averigué apuntaba a su inocencia, a que no era más que un hombre que llevaba a cuestas una infancia difícil (muy difícil) y que a su vez había tocado las estrellas a temprana edad y que tenía todo el dinero del mundo ¿Era excéntrico? Claro que sí, era parte de su encanto ¿estaba loco? Claro, como ya dije quien hace semejante arte no puede ser una persona muy normal, para ser tan talentoso hay que querer tocar las estrellas, hay que creer que se puede llegar donde nadie más ha llegado antes ¿Era perfecto? Claro que no, nadie lo es ¿por que debería serlo él? ¿Era un pedófilo? Probablemente no, no puedo meter las manos al fuego ni por mi misma, pero de acuerdo a todo lo que he visto y vivido desde 1993 puedo decir que era inocente ¿tenía conductas extrañas? Sí, pero ¿qué gran artista no es así? ¿cómo sería yo con todo el dinero del mundo y la fama?

Michael Jackson's "This Is It"

Él es mi ídolo y fue mi primer amor, por años mi mente infantil soñó que nos íbamos a casar, era mi príncipe azul y a quien dediqué mis primeros escritos, sin saberlo él, con su sola presencia en el mundo, me inspiró y me mostró que el mundo puede ser un lugar único y mágico. Es parte de mi vida, aunque nunca lo supo, y le estoy plenamente agradecida por haberse metido en cada fibra de mi ser por tantos años, lo amé, lo amo y lo seguiré amando, su música seguirá siendo parte de mi vida, y al defenderlo como una loca hace unos días me di cuenta que es más presente que pasado.

Ser fan de Michael Jackson es la experiencia más sublime y más extraña que un fan puede tener, pero vale la pena. Siempre.

Santiago, 25 de junio de 2016

Erika Moreno I.